martes, 2 de julio de 2013

Bushido o reconocer la vida en cada soplo de aire.

¿Cuántas veces nos sentimos frustrados o fracasados en momentos o acciones en nuestra vida que realmente no son más obstáculo que el que nosotros nos ponemos?

Cuando eso ocurre, cuando nos trabamos, cuando de algo que para otra persona es un problema menor, algo cotidiano o incluso algo sin importancia, para nosotros nos resulta una barrera infranqueable. ¿Por qué? La respuesta es tan simple que nos sonrojaría a más de uno.

Obviamos cosas tan simples como que la vida nos la proporciona el respirar, y que mientras haya oxígeno habrá oportunidades de sentirlo corriendo por nuestros pulmones, entrando por nuestras narices o boca y haciendo que nuestra sangre circule, generando energía para que nuestro cuerpo se mueva. En definitiva, lo único que necesitamos para vivir es oxígeno, primeramente, agua luego y alimento.

Tres cosas básicas con las que podremos:
Ver: Paisajes, animales, plantas, personas, nubes, el cielo, películas, el agua correr, los niños jugar, la gente madurar o madurar nosotros mismos.
Escuchar: Música, conversaciones, consejos de nuestros seres queridos, a los niños jugar, el sonido del agua corriendo, la voz de esa persona, el sonido de nuestra voz rebotando en las montañas, el sonido de las teclas al ser presionadas por nuestros dedos, felicitaciones...
Sentir: El calor del verano, el sol en nuestra piel, el frío en invierno, deseando llegar a un lugar en el que refugiarnos de él, la humedad del agua, las caricias del viento, las caricias de nuestros seres queridos, las sábanas cubriéndonos, la nieve, la niebla, él, ella...
Oler: Las flores, jazmín, labanda, su perfume, tu perfume, nuestro hedor cuando necesitamos una ducha, la fruta fresca, la comida recién hecha...
Saborear: Nuestro plato preferido, el sabor de nuestro amor, lo ácido del limón, lo dulce del azúcar, la miel, su miel...

Cosas que pueden no costar dinero. Cosas que podemos sentir a diario pero que ignoramos su valor.
Mucha gente sufre una disminución de uno de sus sentidos... y mientras nosotros nos quejamos por no tener el último modelo de ordenador portátil, por no gozar de un reloj de marca, por no poder comer caviar, por no pasar una noche en el Ritz, por no viajar a la otra punta del mundo... esas personas ni siquiera pueden gozar de ver a su enamorado/a, o de ver qué aspecto tienen frente al espejo... o no pueden oír la voz de la gente, ni los ruídos que les previenen de amenazas, peligros, o no pueden gozar de las cosas que nosotros sí tenemos la suerte de gozar...

Sin embargo esa gente sabe ser feliz, lucha cada día por lograr superar esas carencias, enfrentándose a la vida con valor y gozando de los sentidos que les queda.
¿Y nosotros nos quejamos si no podemos cambiarnos de coche?
Mientras el coche nos lleve allí dónde queramos ir... nos vale.
Mientras podamos hacer felices a aquellos a quienes queremos, nos vale.
Mientras no necesitemos más para ser felices, nos vale.
Mientras seamos felices, nos vale.
No se trata de conformarse con aquello que se tiene, se trata de querer aquello que se tiene.

La vida es un camino, en ese camino puedes tener un sinfín de cosas y perderlas, pero hay cosas que se ganan y nunca se pierden. Esas cosas son las que hacen a los ancianos sabios y a los jóvenes inexpertos. Cuanto más caminas, más conoces, y al final es lo único con lo que te quedas, pues el resto no te vale de nada.
¿No merece la pena conocer, en vez de ostentar?
Al fin y al cabo lo que te hace rico es lo que has vivido, porque eso no te lo va a quitar nadie.

En el código Bushido, o camino del guerrero, existe la máxima de "reconocer la vida en cada soplo de aire". Los samuráis se preparaban desde su nacimiento para aceptar cualquier cosa que se impusiera en su vida. Esto implicaba reconocer la misma muerte como parte de su vida.
En ese sentido, trataban de sentir al máximo lo que sentían, es decir, mientras se sintieran vivos, sentir la vida en cada soplo de aire, buscar la belleza en cada instante, pues era irrepetible y, si se pasaban toda su vida buscando una flor perfecta... no habrían malgastado ni un segundo de ella en esa búsqueda, pues lo que hace ese camino es caminarlo, y lo que hace la vida es vivirla.

Mucha gente ha tratado de definir la vida, como el camino que recorremos, como el momento entre que nacemos y morimos, como un aprendizaje, como una unión, como una adquisición de sabiduría, como aquello que nos queda entre nuestras obligaciones o como diversas series de máximas...
Uno llega a pensar que ninguno de ellos estaba equivocado, que todos tenían razón, cuando se da cuenta que la vida es, ni más ni menos, que el conjunto de todo.
Es un camino de experimentación que te hace perfeccionarte. Es una adquisición de sabiduría, un alcanzar metas y un disfrutar de los momentos de no obligación, a la vez que sufrir las obligaciones (sin olvidar que nosotros mismos somos quienes debemos obligarnos o, mejor dicho, exigirnos más), el goce y el sufrimiento, el conocimiento y el olvido, el respirar y el dejar de hacerlo, todo es parte de la vida y en todo ello debemos reconocerla.

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