lunes, 7 de octubre de 2013

El cambio de uso de las redes sociales.

Desde que se crearon las redes sociales online han estado constantemente en transformación. (Cabe destacar que somos nosotros quienes las generamos, configuramos, nos adaptamos y las adaptamos).

En un principio Facebook parecía más estar destinado al reencuentro con aquellos compañeros de colegio, instituto o estudios diversos, perdidos, y con amigos lejanos cuyo contacto el tiempo había borrado.
Se generaban redes laxas, amplias y abiertas en las que "los amigos de mis amigos son mis amigos" y de un club de viejos amigos surgía una especie de página de contacto personal. Colgar fotos en las que apareciéramos bien y mensajes de disponibilidad total...

De ahí, cabe destacar una etapa de desfase en la que Facebook parecía más bien un carnaval. La gente únicamente lo usaba para colgar sus fotos más desenfadadas. Se mostraba una imagen falsa de la gente que lo usaba (o más que falsa, solo la cara amable y divertida). En esa etapa parecía que hasta el más soso era el rey de las fiestas. La red social online estaba plagada de frases como "y hoy a petarlo", "menudo fiestón el viernes y hoy sábado mucho más", "llevo 20 días sin aparecer por casa... ni recuerdo la calle en la que vivo!" [lo que no se te olvida es de actualizar tu perfil cada cinco minutos].

Luego se transformó en una especie de extensión del TripAdvisor. El que no estaba en Finlandia estaba en Cuba, el que no, en Bolivia, México, Australia, Canadá, China, Japón, India, Filipinas, Alemania, Israel, Kuwait, Egipto... Una fiebre viajera nos afectó a todos en masa y debíamos reflejarlo en las redes sociales online. Parece ser que los últimos tres años de crisis han frenado esta fiebre migratoria y el ansia de subir fotos sujetando la torre de Pisa, saludando a la Estatua de la Libertad, bajo la Torre Eiffel, palpándole la parra al David de Miguel Ángel, subidos en un camello, sacándole un inexistente moco a la inexistente nariz de la Esfinge...

Todo para acabar concluyendo, con la suma de Twitter y Linkedin, a la profesionalización de las redes sociales.
Fuera máscaras de carnaval y fiestas desenfrenadas, borracheras diarias y celebración por lo alto... llegaron otras máscaras, las de la formalidad, la cualificación y la más absoluta preparación. Estética impecable, sonrisa agradable, no desencajada ni forzosamente alegre, preferiblemente trajes y vestidos, y frases como "mi reto no es quedarme sentado en una silla mientras pasa el tiempo, sino alcanzar la cumbre más alta aunque me lleve toda la vida. Pondré todo mi empeño en ello". [qué solemne].
Y sí, los contactos vuelven a cambiar. Los amigos de la infancia se pierden en carpetas y subcarpetas y sus publicaciones ya no aparecen en tu página de inicio, fueron sustituídos por Infojobs, Adecco, Linkedin, tipos en traje, anuncios filtrados, empresas de one to one, men in black, y millones de sonrisas sin arruga invitándote a formar parte de su selecto club de emprendedores en plena expansión y de objetivos nº1.

Se pasó de la diversidad al desfase, del desfase a la fiebre descubridora y experimentadora y de ahí a la profesionalización, al uso de las redes sociales como conectores y herramientas de búsqueda de empleo.
Todo para que un estudio de la Universidad de Michigan (EEUU) concluya que el uso de Facebook disminuye el bienestar del usuario y le hace menos feliz. (No sería de extrañar, primero tanta máscara de desfase y luego tanta seriedad, a uno le dejan bipolar total).

En definitiva, internet es una buena herramienta, usada bien, sea para generar contactos, para ubicarte en el mundo, para compartir fiestas o para mostrarte al mundo. Mal usado puede generar dependencia e incluso autodestrucción de tu propia imagen y/o estado anímico.
Mejor hacer un uso moderado, sea de forma inteligente o de recreo.

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