Se trata de una pistola de plástico duro, material con el que la impresora realiza los trabajos de imitación de la realidad.
Tras escanear el objeto, la impresora es capaz de reproducilo fidedignamente con inyección de plástico que tras endurecerse queda una copia perfecta.
Esta clase de delincuencia es mucho más difícil de detectar, pues las armas al ser de plástico pueden pasar por los controles aeroportuarios y de otros edificios protegidos.
En el mismo país también se ha detenido a cincuenta integrantes de una banda de narcotraficantes entre los que poseían ya armas creadas por este tipo de impresoras.
Cody Wilson, estadounidense pionero en la creación de armas 3D de plástico, ha difundido por la red los planos para la creación y fabricación de este tipo de armas que disparan con éxito. El joven estudiante de leyes asegura que no tiene por qué ser una amenaza real, pero a uno le es fácil pensar en la masacre de Columbine y como la posesión de los planos y la impresora 3D en manos de adolescentes podría dar lugar a un episodio similar.
No solo eso, sino que el tráfico de este tipo de armas, de plástico, que se pueden desmontar y llevar a cualquier punto del mundo sin despertar alarma ninguna, empieza a poner en alerta a muchos gobernantes, quienes, posiblemente, tomarían medidas como la prohibición o restricción de uso de estas impresoras.
A pesar de ese uso malicioso, las impresoras 3D también han servido para crear prótesis faciales de menor coste y mayor fidelidad con la anatomía del paciente, otros tipos de prótesis, maquetas o incluso moda.
En la siguiente imagen, Dita Von Teese se convierte en la primera modelo en usar un vestido generado por una impresora 3D.
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