miércoles, 2 de abril de 2014

Pequeño homenaje a Franz Kafka.

Y aquí va mi pequeño homenaje a Franz Kafka, el grajo que a pesar de las inquisiciones e imposiciones paternas nunca voló bajo. (Para los despistados, "kafka" significa grajo en checo).

Aunque atormentado y apesadumbrado, en ocasiones solo y desamparado, nadie pudo arrancarle las alas con las que volaba, por poco que fuera imaginariamente, escapando de ese mundo oscuro y carcelario que era la vida real.

Para los amantes de los números, nació en una fecha perfecta. 3 de Julio del 1883, y no lo digo por ser Cáncer, sino porque sumados el 3 y el 7 como séptimo mes del calendario , da 10, ese número tan alabado por los pitagóricos, y sumando el 1, el 8, el otro 8 y el 3 de su año de nacimiento, da como resultado 20. Sumado todo, tres veces diez. La trinidad de la perfección. Pero seguiré por otro rumbo antes de ser acusado de pertenecer a alguna logia cabalística.

Murió el 3 de Junio del 1924, a los 40 años y 11 meses. A pesar de su tormento interno, no estuvo del todo solo. Varias novias escritoras e incluso su última pareja, Dora Diamant (quince años menor que él) le acompañaron en sus últimos años.

Si bien tuvo que trabajar sin cobrar como pasador en una agencia de seguros de accidentes laborales durante un año, allí fue donde empezó su periplo como escritor. Y nos dejó obras exquisitas como la que, con su permiso, voy a versionar.
Nos vemos en Praga, amigo.

Franz Kafka


"El artista del hambre 2014"

Permanecía largas horas sentado frente a su ordenador portátil, inmóvil, pegado a una silla de escritorio, delante de un ventanal que daba a un muro de ladrillos y por el que tímidamente asomaba algún rayo de luz procedente del exterior.
Sus manos sí se movían, y vaya si lo hacían. Rápidas, ágiles, fugaces y certeras, se deslizaban por todo el teclado de aquel artilugio artístico y tecnológico que le proporcionaba la suficiente ayuda para plasmar su necesidad en una hoja de procesador de textos.

No comía. No lo necesitaba, bueno, en realidad sí, solo que no sentía esa necesidad. El sol le olvidaba y la noche le caía mientras sus huesudas manos lanzaban aspavientos por la superficie del portátil.- ¡Más, más, más, síii, quiero más!- Gritaba cuando parecía que ya estaba acabando.

Las horas se le acumulaban en la escasa carne que le quedaba... y por la calle, la gente que podía verle desde la cristalera, se lo quedaban mirando mientras se preguntaban...- ¿Es que no tiene vida? ¿No tiene familia? Se pasa la vida ahí pegado, sea la hora que sea, siempre está ahí... ¿Por qué?-.
No, obviamente la gente no podía entender que la necesidad de escribir le sobrepasaba, que le eclipsaba cualquier otra necesidad.

Así fue como el primer curioso le gritó:- ¡Ey, oye, tú, el escritor!- A lo que el artista abrió el ventanal y contestó.- ¿Sí, qué desean?-.
El curioso entre una muchedumbre que empezó a reunirse en aquel pequeño recinto cerrado, una especie de callejón, prosiguió:- muchos de nosotros pasamos por aquí, casi a diario, y sea la hora que sea siempre estás ahí. ¿Es que no tienes a nadie?-.
El artista repuso:- Sí, claro, no estoy solo en el mundo.-
- ¿Entonces?- Insistía el curioso.
- Entonces prefiero escribir.-
- ¿A vivir?-
- Vivo escribiendo.-
- Eso no es vida.-
- Lo que no es vida,- finalmente se proclamó el artista- es que sea invisible al mundo cuando no escribo. Lo que no es vida es no ser, no existir, y dar igual al resto del universo. Quiero ser, quiero existir, por eso escribo.-

Los días seguían acumulándose y el aspecto del escritor empezaba a ser más que deplorable, preocupante. El curioso volvió a saludar al artista, pero preocupado por su salud, le dijo:
- ¿Has comido últimamente?-
- No.- Contestó el artista.
- ¿Por qué?- Al curioso le empezaba a aterrar la imagen espectral que se proyectaba del artista a través del cristal.-
- Porque no me apetece comer. Quiero escribir. Comer me hace perder tiempo. Y es todo tan insulso... tan igual... Escribir me hace vivir. Comer me pudre por dentro. Mi alimento es la literatura.-
- ¡Pero eres un ser humano! ¡Necesitas comer para vivir!-
- ¡No! No. Necesito escribir para vivir.-
- Puedes escribir, pero para ello necesitas nutrirte, o no vivirás para escribir.-
El artista rió en un tono medio irónico y con un toque de soberbia:- Mientras escriba estaré vivo, da igual lo que ocurra luego.-
El curioso volvió a irse, esta vez airado, enfadado por el tono de la última respuesta del artista.

Al poco tiempo se lo encontró en el suelo, con la mesa volcada y el portátil encima de su cuerpo. Trepó por la tubería hasta el ventanal y lo quebró de una patada. Recostó sobre su brazo al esquelético escritor y le dijo:
- Te lo advertí. Necesitabas comer para vivir, mírate.-
- No. He escrito, por eso puedo decir que he vivido.-
- ¿Crees que ha merecido la pena?-
Esta vez el artista sonrió mientras con voz ahogada, suave y exhalando el último soplo de aire dijo:- Sí.-
El curioso volteó el portátil y lo puso del derecho. Vio que había elaborado una obra extensísima durante todos esos días que se había pasado escribiendo en su ordenador.
Entonces, el curioso sentenció:- Sea como sea, escritor, has muerto como un artista. Solo y dejando un gran legado al mundo. Ya puedes descansar en paz y sentirte orgulloso.-

FIN.

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