domingo, 3 de agosto de 2014

Israel, Palestina y el conflicto de los 3000 años.

EL ANTIGUO ISRAEL

Es difícil explicar la totalidad de la historia de Israel, puesto que entre la historia se entremezcla las creencias bíblicas y hechos que no han podido ser constatados por reliquias, restos arqueológicos o demás pruebas empíricas, por lo que existe un gran baile de números al tratar de datar los hechos históricos. Sin embargo, los historiadores se ponen de acuerdo a partir del siglo IX a.C. con la coronación del rey Omri.

La verdad es que ya entonces, las tierras que van desde la península del Sinaí hasta el sur del Líbano, y del Mediterráneo hasta el río Jordán, se veían constantemente en conflictos entre los egipcios por una banda y los babilónicos por la otra, ya que eran tierras de grandes rutas comerciales y el clima más húmedo que el de la actualidad favorecía la agricultura.

El pueblo de Israel era dirigido por grandes patriarcas-jueces, padres de familia y líderes religiosos que mantenían las costumbres y creencias del pueblo hebreo, como las de que eran el pueblo elegido por Dios, según se reflejaba en la Torá, los cinco primeros libros bíblicos que corresponden al antiguo testamento.
Explica la biblia que Israel lo conformaban doce tribus, cada una de ellas liderada por un hijo de Jacob, que este era hijo de Isaac y nieto de Abraham.
Explica la biblia que el pueblo hebreo sería esclavizado por Egipto tras una emigración por falta de alimentos, y que serían liberados por Moisés, quien los reconduciría de nuevo a la tierra prometida, Israel, esa tierra que Dios le prometió encontrar a Abraham, cuyos frutos nunca acaban y su riqueza es infinita, tras la larga travesía por el desierto.

El posterior conflicto se refleja con los filisteos, después de que el rey Saúl derrotara a los Moabitas y a los Amonitas en el siglo XI a. C. pero no pudo con los filisteos. Sería el rey David quien derrotaría a estos, logrando una larga paz. Y fue entonces cuando Jerusalem se consagró como capital del reino.
El hijo de David, Salomón, gobernó en Israel y se dedicó su vida a la construcción de un gran templo dedicado a Jahvé. Las guerras e invasiones continuaron. Asirios, babilonios y egipcios no estaban dispuestos a que las estratégicas tierras de Canaan quedaran en manos de los hebreos.
Tras la muerte de Salomón, el reino de Canaan se dividió en dos, ya que no se ponían de acuerdo entre ellos y los conflictos internos, provocados por la interpretación de las leyes del pueblo hebreo, acabaron dando como resultado esa división. Así pues, quedó el reino de Judá al sur y el de Israel al norte.

Durante años vivieron en reinos separados, hasta que Israel (al norte) fue invadido por los asirios y el emperador Sargón II expulsó a los hebreos a otras regiones. Judá (al sur) fue invadida tiempo después por los babilónicos y Nabucodonosor II, rey de Babilonia, mandó quemar Jerusalem y deportar a los hebreos a tierras de Babilonia. Este periodo se conoce como la primera diáspora.

Fue en esa época en la que el pueblo hebreo decidió olvidar las viejas disputas y unirse bajo el reconocimiento del pueblo judío como descendientes de Abraham. En el 539 a.C. fueron liberados por los persas, y así pudieron volver a Israel y reconstruir el templo de Salomón en Jerusalem.

Durante más de doscientos años los judíos se dedicaron a consolidar su religión, su cultura y sus leyes en Israel. Pero entonces, primero Alejandro Magno con su ejército griego tomaría Israel, para que después los romanos fueran quienes tomaran esas tierras anexionándolas al basto imperio romano.
En un principio convivieron sin más conflictos, hasta que el pueblo judío quiso revelarse ante tanta opresión romana y se sublevó. Dos años de asedio a Jerusalem le bastaron al ejército del imperio romano para acabar con la resistencia. Tito, emperador de Roma entonces, mandó quemar y saquear Jerusalem. Del templo de Salomón solo quedó parte de un muro (el muro de las lamentaciones), lugar más sagrado para los hebreos. Este periodo es conocido como la Gran Diáspora, siglo I d.C.

Los que sobrevivieron tuvieron que vagar por el mundo buscando un lugar en el que vivir. De nuevo, los judíos eran un pueblo sin patria.
Una gran parte de ellos cruzaron el norte de África hasta llegar a la Península Ibérica, y allí, conocidos como sefardís, convivieron con musulmanes y cristianos, hasta que los cristianos los expulsaron por tenerlos como una amenaza a su credo, en el siglo XV d.C. Los sefardíes tuvieron que dispersarse nuevamente.

Durante los siglos siguientes los judíos siguieron huyendo esperando el momento de poder volver a su tierra prometida, las tierras de Canaan. Muchas fueron las llamadas de rabinos para volver a esas tierras, pero la dispersión tan grande por el mundo que sufría este pueblo imposibilitaba dicha acción.
No obstante, continuaban unidos gracias a sus rituales y convicciones, como la lectura de la Torá, las celebraciones de sus festividades tradicionales, como el Sabbat (día de descanso judío conmemorando el séptimo día de la creación del mundo, en el que Dios descansó) o la boda, en la que se rompe una copa recordando que ninguna alegría será completa hasta que el templo de Jerusalem no sea reconstruido y en la que un rabino recita siete bendiciones, en las que la última es el deseo de volver a la tierra prometida.

Y así pasaron casi 2000 años vagando por el mundo con el sueño de volver a su tierra prometida siempre presente, en cada celebración, en cada encuentro, en cada bendición, el deseo de volver a Israel donde tener de nuevo ese sentimiento de pertinencia, esa esencia como pueblo, esa tierra de unión y convivencia, recordemos, sagrada para ellos. De generación en generación se pasaba el mensaje de "venimos de Israel, y a Israel tendremos que ir".

PALESTINA

Desde el año 135 aproximadamente, con la expulsión de los judíos de la región y bajo el mandato romano, a la región que comprendía Israel y tierras aledañas, se le conoció como Palestina.
En el 636, con el debilitamiento del imperio romano, esta región es invadida por los árabes, quienes se consolidan como soberanos de estas tierras y sus dinastías se suceden. Así hasta que en 1098 ejércitos cristianos venidos desde todos los rincones del oeste de Europa asedian Jerusalem en el intento de tomar la tierra bajo el nombre de Dios en batallas conocidas como "cruzadas". Y desde 1099 hasta 1187 el territorio será cristiano bajo el nombre de Reino de Jerusalem. Pero en 1187, el sultán Saladino (Sallah al din) reconquistará las tierras para su pueblo musulmán, de dinastías egipcias y sirias.
En 1516 son los turcos otomanos quienes se hacen con el control de toda la región.

LAS CAUSAS DEL CONFLICTO ACTUAL

Tras la Primera Guerra Mundial, en 1918, el Reino Unido y Francia derrotan al imperio otomano y se encargan de administrar (repartirse para hacer y deshacer) la región que ocupaba el imperio otomano. La sociedad de naciones (básicamente los que ganaron la guerra) creó el Mandato Británico de Palestina. Como durante la guerra los británicos usaron la propaganda sionista (en la que Sion es esa patria, tierra prometida del pueblo hebreo) para conseguir la derrota de los otomanos, al crearse el Mandato Británico de Palestina los británicos crearían el "hogar nacional judío" en la región de Palestina que se correspondería con la antigua Israel. Al lado este del río Jordán, los británicos colocarían a un líder de sus aliados hachemíes como emir de Transjordania.

A raíz del fin de la Segunda Guerra Mundial, los británicos fueron trasladando a los judíos supervivientes del holocausto nazi a esa tierra prometida, como premio por aguantar las torturas y persecuciones durante tanto tiempo. Una fuerte inmigración judía, provocada por la llamada sionista de la devolución de su tierra prometida fue haciendo incrementar el mal estar del pueblo árabe, quienes se sentían cada vez más acorralados por asentamientos judíos. La tensión fue aumentando hasta que empezaron las hostilidades entre ambos pueblos, hasta que en 1948 el Reino Unido decide retirarse del territorio y dejar el problema en manos de la ONU. Curiosamente actuaría del mismo modo en regiones tomadas tras conflictos bélicos entre el siglo XIX con la neocolonización y las posteriores guerras mundiales, como el caso de Hong Kong, en la que Kowloon, una fascinante región sin ley ni control de nadie, es abandonada a su propia suerte, o Uganda, en la que Utus y Tutsis se han ido masacrando durante años por un territorio en un Estado que el Reino Unido se inventó para repartirse con Alemania y Francia el pastel de África.

La ONU, en 1948, propone el reparto del Mandato Británico de Palestina en dos Estados, uno judío y el otro árabe.
Tras la retirada de los británicos, los judíos proclamaron la independencia del Estado de Israel en mayo del 1948. El reparto nunca fue aceptado por los árabes, por lo que declararon la guerra dos días después de la proclamación de independencia del Estado de Israel.
En 1949 se llega a un armisticio, cuyo resultado fue la ampliación del territorio de Israel y el de Transjordania, que se anexionó con Cisjordania. Egipto pasó a administrar la franja de Gaza.

En 1967, Israel prepara una ofensiva total contra todos los países limítrofes, conocida como la Guerra de los Seis Días. La ofensiva fue contra Egipto, Siria y Jordania. El resultado fue la toma de Cisjordania, Gaza, los Altos de Golán, la Península del Sinaí y se anexionó Jerusalem Este. Israel devolvió el Sinaí a Egipto y en 2005 se retiró de la Franja de Gaza.

En la actualidad, la Franja de Gaza y Cisjordania están administradas por la autoridad autóctona palestina conocida como Autoridad Nacional Palestina, y es la autoridad reconocida internacionalmente encargada de asentar las bases del futuro Estado palestino.

Por su parte, el gobierno israelí está levantando un muro de seguridad que separa su estado del territorio palestino. Sin embargo, éste muro ha ido sufriendo modificaciones en su trazado para ganar terreno al territorio a los asentamientos palestinos, cosa que ha provocado varias denuncias por el Tribunal Internacional de La Haya, obligando a no ejercer un abuso de poder.

RESUMEN

La historia de siempre y el cuento de nunca acabar. Un pueblo se asienta en unas tierras. Esas tierras son conquistadas por un pueblo más fuerte, avanzado o poderoso. Si no son exterminados y esclavizados, huyen para preservar su identidad y sus creencias. El territorio es perdido y va de mano en mano hasta que durante casi 400 años queda en poder de los otomanos. Los británicos, después, se hacen con el control del territorio durante 30 años. Tiempo en el que hacen y deshacen a sus anchas. Una vez ven que no pueden controlarlo, tras llamar a los sionistas para repoblar su tierra prometida (la vuelta a casa, esa casa que también es casa de los palestinos, pero que los británicos primero y la ONU luego obliga a compartir a unos y otros), los británicos deciden largarse del territorio y dejar el conflicto en manos internacionales.
El territorio, en el que anteriormente estaban los palestinos, se les va quedando pequeño a los israelís, hasta que con la ayuda de los órganos internacionales se hace con prácticamente todo el territorio de la antigua Israel para volver a proclamar el Estado de Israel.

Entre mediados de siglo XX y la actualidad, hemos visto en esas tierras multitud de violaciones de los derechos humanos.
Y es que hay que recordar que tanto la futura Palestina (Gaza y Cisjordania) como Israel no son países laicos, es decir, son países cuyos líderes políticos también lo son religiosos, por lo que el conflicto es doble.

Pero en este conflicto, como en todas las guerras, hay que señalar a la población civil como las únicas víctimas.
Por un lado, al pueblo judío sionista (hay que tener en cuenta que parte del pueblo judío repartido por el mundo RECHAZA la idea del Estado de Israel por ir en contra de su credo, en el que se mata a gente, violando uno de los mandamientos de Dios "no matarás" y ve esa tierra prometida en cualquier lugar que ellos puedan estar en paz) se le inculca la idea por los siglos de los siglos de que ese territorio tiene que ser judío porque lo dice la biblia, porque ellos fueron los primeros pobladores, porque es su historia, su casa, su razón de existir, y que a lo largo de la historia han sido perseguidos y expulsados de una gran cantidad de territorios en los que han tratado de estar. Esto provoca radicalismos que, sumados a la fobia que los Estados Unidos de América le tiene a los países árabes (o el deseo de controlar su petroleo), inducen a la guerra constantemente. Les basta una pequeña excusa para exterminar árabes de Gaza y Cisjordania y poder echar sus fronteras unos kilómetros más allá.

Por otro lado, existe otro radicalismo igual de fuerte por parte de algunos grupos árabes, especialmente los que controlan la Franja de Gaza. Hablo de Hamás, un grupo extremista que desde que se alzó con el poder de Gaza no hace más que usar a sus ciudadanos para lanzarlos contra Israel.
Es muy fácil arropar a un niño que quedó huérfano y sin hogar por culpa de un proyectil israelí y decirle que Dios le ama, y que le ha dejado vivo para vengar la muerte de su familia, la pérdida de su hogar y que matando cuantos más pueda del pueblo judío, más tendrá en cuenta Dios su proeza. Y así, Hamás acuna a multitud de mártires que darán la vida en explosiones con cargas de dinamita en Tel-Aviv, en autobuses, hoteles y restaurantes, y le da a los otros extremistas la excusa para que les devuelvan el ataque en forma de drones bombarderos, lanzamientos de misiles, etc.

Y mientras se van masacrando (y teniendo en cuenta que la masacre es más por parte de Israel, a tenor de las cifras de muertos, que multiplican por cien), los órganos internacionales no actúan, los gobiernos de los demás países condenan públicamente estos ataques (pero no se involucran, lejos de eso, les venden armas a unos y a otros). Y después de más de 3000 años, en esa región sigue sin haber paz.
Mi deseo es que no pase ni un día más sin que se busque una paz real y definitiva.

Paulatina desintegración de Palestina.



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