domingo, 5 de abril de 2015

Ficciones (4): Aurea mediocritas.

Hoy podría ser otro día... otro día de calor al sol y fresca a la sombra... Otro día... primavera, el verde en el prado, los colores en las flores, el cielo azul y la noche recia. Pero yo me niego a creer que el paso del tiempo no vale, no sirve, que un día es igual que otro y que la vida es aburrida.

Me divierto, lo paso bien. Quizá repito y repito cada día, cada pensamiento, cada minuto y segundo, y segundo que le precede... y que lo que antecedió pudo ser lo mismo a lo siguiente... y que nada cambia ni quiero que ocurra... pero es precisamente eso lo que me gusta de la vida... el dolce fare niente.

Veo a mis compañeros vivir y sufrir como si fueran protagonistas de una novela o serie de televisión. Y eso mismo me apasiona, porque puedo participar de forma casi interactiva en esa serie y casi me convierto en uno de sus protagonistas. En el trabajo, por ejemplo, aunque el protagonismo se lo reparten Víctor, Angie, Mar y ahora un nuevo personaje que ha entrado a escena silenciosamente pero de forma rompedora, Pedro, o mejor dicho, Butler, me entusiasma el hecho de ser alguien más en ese reparto, junto a Sandri y Noe.

Quizá Noelia sea la persona más afín a mí en este microclima, al fin y al cabo actuamos de modo similar: aportando apuntes y tratando de equilibrar una ecuación en constante desequilibrio y pugna por no resolverse nunca.

Y veo eso tan bello... como ayer... me propuse hacer del día de ayer mi día. Estaba un poco cansado de ver como la ecuación se desbalanceaba hacia el lado de Butler y Mar. Por una vez hice de abogado del diablo.

Las chicas estaban embobadas escuchando las anécdotas de Pedro. Que si una noche vio la luna más llena que jamás hubo contemplado estando enfrente de un estanque dónde pasó toda la noche apenas durmiendo un par de horas con un amigo... que mientras el amigo dormía él la contemplaba y pensaba en una enamorada que no existía pero la imaginaba y sabía que aparecería en algún momento... y si no fuera así, amaría a la luna de por vida... O como se enfrentó a tres grandullones que andaban molestando a una chica... y acabó apaleado... pero consiguió que dejaran en paz a la chica... ¡O cómo con sus palabras logró que alguien que estaba a punto de suicidarse cambiara de opinión... diciéndole que él también se quitaría la vida si pensara en el mundo, pero que su orgullo le impedía cometer el mayor acto de egoísmo que pueda considerarse de la vida humana...! Y como esas, miles de anécdotas.

¿Y mis anécdotas? Pues hoy las tendría que hacer relucir... ¡Cómo el día que en la playa de Begur junto una hoguera tomé mi guitarra acústica y entoné unos alegres acordes junto el ron y el vodka y así pasamos un buen rato mi grupo de amigos de toda la vida! Esa tarde-noche fue memorable... esa y tantas otras... ¡Cómo la tarde en la que yo y mi mejor amigo no hicimos absolutamente nada, nada más ir en moto a ningún lugar a sentarnos, pasear y no hacer nada! Pensábamos... "mira, el mundo gira, la gente se mueve... todo son prisas... ¡y nosotros disfrutando sólo por estar aquí, sin hacer nada, únicamente respirando y sintiendo el viento golpeando nuestros rostros!". Y como sentía todos y cada uno de aquellos momentos...

Y aquel día... arranqué y traté de robarle protagonismo a los tres en discordia. Pero es que, para mí, por muy guapa que sea Angie, por muy buena que esté Mar, por muy hipnótico que sea Pedro o por muy imponente que sea Victor... Noelia seguía teniendo ese estar sin ser que tanto me atraía. Y ese día me robaba protagonismo con su look de modesta secretaria. Sus gafas y su falda ceñida que llegaba a cubrirle las rodillas... y eso zapatitos... esa blusa blanca... todo tan pulcro como silencioso... como ella... y yo. Y a pesar de todo nunca daba el paso. No es que deseara a las otras... no es que las viera superiores a ella... o ¿quizá sí? No lo sé... simplemente algo me llevaba a pensar que era ideal para mí. Veía a Sandri demasiado feliz, a Angie demasiado decidida, a Mar demasiado... demasiado... demasiado orgullosa, casi rozando la prepotencia con la que a veces Víctor nos castiga.

Aquella tarde lo logré. Sonrisas, aplausos, miradas y complicidad. Todos ellos, sin excepción, me miraron y parecían sorprendidos. ¡Hasta Butler que parecía importarle un carajo todo lo que los demás dijeran si no era para introducir una de sus historias increíbles apreció mis aportes de vivencias y experiencias especiales!
Me sentí tan grande... me sentí tan grande que llegué a decirle a Mar que me gustaría un día tomar un café con ella para conocerla mejor, para ver si escondía algo bajo su caparazón de fortaleza imbatible. Y aun no entiendo como lo hice... pensaba que Noelia era la persona más afín a mí... pero mi lado dormido despertó e invitó a Mar a una... ¿cita? ¡Y ella aceptó!

Así que... hoy... dentro de una hora tengo una cita con una de las chicas más imponentes, impresionantes, hermosas y bien hechas que jamás he conocido. ¡Yo! Que no hacía apenas nada por lograr nada... que creía que tenía lo que merecía... ¿Acaso merecía más?
No lo sé, tiemblo, y estoy a la vez emocionado. Una hora... una hora y mi vida puede ser la de otro... la de otro... pero mía... Una hora y yo puedo ser otro viviendo mi vida.

Debo haberme vuelto loco... ¡Bendita locura!

Páramo, paisaje de Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario